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Fer Henry #1

  • Writer: #ObraEmergente
    #ObraEmergente
  • Oct 26, 2018
  • 3 min read

I

Es la hora de vaciarse

en el vacío exquisito,

brincando la trompa de lo mágico,

espiando por el ojo del cuerno

Traes la herida en la corona oscura,

ve a abrazarte, no temas,

vamos lamiendo la piel de la uva

en lo alto de la piedra india

Nace la lluvia, se consume el atardecer,

los árboles rojos sudan trinos constantes

Es la hora de vaciarse en el vacío exquisito

Mis sobrinos benditos ofrendan su amor como ángeles!


II

Muchas veces amanezco

como entre el brillo en las latas de los ciegos

y me aniquilo con una hoja tenebrosa

de un árbol espejo solitario.

Quién puede detener el canto

o la dicha brutal en la saliva del sol?

La tinta mancha lo que no escribe

en el cuaderno negro.

Tengo un libro innaciente,

huérfano y oloroso en cada dedo del amén,

un cuenco cósmico,

una desventura pendiente en mis costillas.

Hoy el espíritu de mi perro se vistió

con flores y guirnaldas para pasarme a buscar.

Pasearemos hasta olvidar los huesos,

la vereda de cera o la región favorita.



III

Una y mil veces vi la senda de piedras amarillas junto a los conejos que nadie ve. El amor colgando del pecho o la furia de las campanas a la hora del Prasadam. El oso de tela y cariño que mi abuelo me regaló el primer día de la vida. La diapositiva sin edad, la lámpara del demonio aburrido o la cometa que me ataron al cuerpo cuando niño y desde entonces nunca nadie pudo bajarme. El guiño de mis bagualas desmesuradas, la lágrima oceánica ofrendada al espejo dibujando la huella del café. El arcángel, el beso erizante, el manto solar disonante asomándose entre los dientes del árbol rabioso. El OM y la estatuilla de Hanumán flotando en la boca de la flor temblorosa. El hombre, el parque, la luna de dios y las brujas. Mis cuadernos y guitarras. El río que atraviesa la garganta, el manantial divino. Mis hermanos, nuestro perro, nuestro gato y el último animal del cielo. José, la Lila, la Yaya, René y la poesía de mis padres. La cáscara dolida o el cuerpo que nunca fui.

P.D: Seré eterno como manda el alma, buscaré en la mar de tu sonrisa la piedad. Sacrificaré mis canciones como siempre lo hice, ya no sé a quién le canto, solo sé que perderme me ayuda a encontrar.



IV

Sigo en pie

con la garganta cubierta de cantos

con el agua y la harina entre los dedos

a la sombra del ajo de las nubes

Sigo en pie

contando hasta nueve infinitos

precipitando a que la luz nos devore

en cada estación de su corteza



V

La gota pestañeando en la hoja de un árbol amanecido hace cientos de años en la selva, su presencia magnánima y el arrebol del cielo. Puedo palpar este sentir (sin esfuerzo alguno), debo conservar el sentimiento sin apropiarlo, dejándolo virgen, libre, luminoso como un manantial que santifica la vibración en las cuerdas de las gargantas, en cada canto a lo cotidiano ... a lo divino.



VI

Los monos descendieron las cumbres

que acontecían tras la visión desolada

uno a uno los pude ver con sus antorchas

la corona lisérgica o la brasa del hielo

Traían libros donde el génesis de sus pueblos

se reducía a un vocablo

Las enormes piedras roídas por el ancho sol

fueron sus catres de ensueño durante la travesía

Fui testigo, cristo, una canción popular o el lomo de la oruga

Porqué no habría de contarte la imagen

que desató mis miedos?

Cuando desperté tenía la lámpara

ferozmente apretada entre mis brazos

Cargamos la enorme ola gigante grabada en la frente

la sonrisa lisiada acurrucada por años en los labios



VII

Te contaría, pero no me creerías

que esta piel es solo un saco de nueces

pudriéndose en la boca de la tormenta seca

que me era costumbre imaginar ventanas

para sentir tras los huecos de ensueño

el escalofrío en el hierro de los árboles

Te contaría, pero no me creerías

que esta mañana desayuné el silbo de la ternura,

nos bañamos con el trino de los pájaros y lloré

que me es costumbre dibujar misterios,

construir castillos cónicos andrajosos

habitados con el sonido de la alarma celestial

Te contaría, pero no me creerías

el pentagrama que brotó en el patio, en la hierba,

la alianza con el riego, la música, la eternidad


(Cuaderno de ruta / 2016)

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