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Francisco M. Ortega y Palomares

  • Writer: #ObraEmergente
    #ObraEmergente
  • Oct 26, 2018
  • 3 min read

Los 'anti'


El prefijo anti significa opuesto o contrario y por extensión es aplicado a todo cuanto contradice la norma establecida. Así los ateos pasan a ser anticlericales, los republicanos antimonárquicos, los respetuosos con los toros antitaurinos, los contrarios al capitalismo, anticapitalistas, y los que se oponen al poder establecido antisistema, como si esto último fuera posible. Lo es así porque es el lenguaje impuesto desde el orden imperante. Cuestionar este punto de vista es ver las cosas de otra manera. Así los creyentes serían antiateos, los monárquicos antirrepublicanos, los taurinos antianimalistas y los defensores del sistema antianarquistas. Yo mismo soy un 'anti' de mi yo.

[Vendedor ambulante] En la confluencia de las calles de Saint-Denis y Etienne Marcel de París, un hombre ciego vende relojes con la esfera vacía. Cuando le preguntan por qué los relojes no tienen números ni manecillas, contesta que porque el tiempo es como un espejo sin fondo.


Libros vividos


Cada día es como un libro que toca leer. El de hoy es de una lectura extraña porque tiene salpicaduras de todos los días del año. Cioran decía que «un libro es un suicidio aplazado», donde la lectura se pospone día tras día, porque quizás, como señalaba Ralph Waldo Emerson, «el buen lector es el que hace el libro bueno», y no queremos una lectura al uso, no de ese libro que son nuestras vidas. Menos cuando somos sus propios autores, ya que según Maupassant «la originalidad del autor debe desaparecer en la originalidad del libro».



Escritura de choque


Deleuze define el presente como «un instante sin espesor».

Cómo voy a pensar que hay niños que se mueren de sida.

Nietzsche y Heidegger hablan de que no somos el sustituto de Dios.

Puedo preocuparme luego de quien no tiene para llegar a fin de mes.

Baudrillard anuncia que la ilusión del fin es la más grande de las ilusiones.

Y yo tengo que limpiar el pescado en la cocina

Séneca se pregunta: «¿Qué importa saber lo que es una recta si no se sabe lo que es la rectitud?»

Un paria duerme entre cartones con el sarro en la boca y un Tetra Brik de vino.

Según Cioran «ningún pensamiento ha suprimido un dolor ni idea alguna ha alejado el miedo a la muerte, porque las ideas no han salvado ni han derrumbado a nadie».

He visto a tanta gente marcharse de mi lado que mi vida parece una estación de despedidas.



Crianzas


Hoy mientras escuchaba en un instituto de enseñanza un discurso de exhortación sobre la autoestima a un puñado de adolescentes, recordé algunas crueldades presenciadas en mi infancia, de niños contra niños. Eran estampas crudas marcadas por la ley de la calle donde se imponía la sinrazón de la fuerza y lo malintencionado. No había consejeros ni advertencias para protegerse. El peligro era inmediato. A los jóvenes de hoy el peligro les llega de lejos. De los modelos que al ser imitados terminan por destruir al individuo y, por ello, los riegan de autoayuda para tratar de inmunizarlos. Según el alegato del conferenciante, nadie es inferior a esos modelos, nada hay que temer y no hay que derrumbarse. De no ser que eso causa poco efecto porque no es creíble y pregona una lluvia de mentiras que debe calar en el individuo hasta hacerlo fuerte. La fortaleza antes la otorgaba la experiencia de lo cercano, la de ahora es especulativa, más propia de un tiempo que nos 'fragiliza'.



Cien palabras


Cien palabras son las precisas para que un niño balbuciente a sus padres les diga algo. Cien palabras son necesarias para que una carta de amor traslade su mensaje sin pesar. Cien palabras contenidas en un cuaderno cerrado son forzadas a guardar una íntima verdad. Cien palabras sometidas y obligadas por deslenguados se muestran para violentar el lenguaje. Cien palabras abatidas por el desapego humano y el gélido desaliento. Cien palabras recogidas para hablar sin pelos en la lengua de aquello que pasa. Cien palabras sencillas son las que dan cuerpo a este poema para recitarlo al aire.



El poema


Cada vez que leo un poema sus versos arden y se queman en el aire. Es el incendio del espíritu, la ígnea condición del verso, la recitación del fuego. Un poema es lumbre que enciende las palabras quemadas en lecturas y candentes pensamientos. Un poema no es nada más que una pavesa al aire que ilumina la noche.

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