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Francisco M. Ortega y Palomares #2

  • Writer: #ObraEmergente
    #ObraEmergente
  • Nov 23, 2018
  • 2 min read

UNA ARAÑA ANDA EN TU CORAZÓN Y NO SOY YO

(Letanía invertebrada a dos voces)


Una larva confiesaen tu cálido aliento Un ciempiés tiene prisa en tu mirada Un pulgón sacrosantosantifica tus senos Las polillas benditas resucitan tus besos Gusanos penitentes expían tus palabras Cucarachas miopes adoran tu cabello Un caracol piadoso crucifica tu sexo Mesiánicas hormigas predican en tus nalgas Gusarapos novicios martirizan tus dedos Un grillo litúrgico consagra tu aliento Ecuménicos sapos purifican tu espalda Y anhélidos curiosos comulgan tu deseo.

Una cáncana virgen tu cariño procura Una salamanquesa invoca en tus rodillas Escarabajos santos glorifican tus curvas Ladillas pontificias alaban tu figura Templarios cigarrones santiguan tus mejillas Un piojo redentor reza en tu cintura Moscas inquisidoras tu dulzura excomulgan Luciérnagas contritas en tus pestañas brillan Ácaros sacerdotes reverencian tu nunca Una santa teresa tu amor llena de usura Libélulas beatas persígnanse en tu risa Y arácnidos papales pecan en tu ternura.


*


Hay cien árboles alineados en la avenida oscura como cien versos recitados de un poema, y un olor a tiempo podrido que exhala la humedad de todo lo sentido, mientras vuelves a casa sin saber dónde fue lo que ha muerto del día.

Lo que el poder oculta Lo que la muerte calla Lo que el amor no dice Y lo que el tiempo ignora. Nada habrá de importar.

Es de mala educación responder sin que nadie te pregunte maquinar sin enredos vivir sin tener sueños amar sin corazón deprimirse sin flotar lamentarse sin lágrimas jadear sin respiro exhalar sin aliento tocar sin taco reír sin ganas mirar sin ver ser sin siendo



Vocación


Reflexionando sobre el hecho de ser escritor recuerdo toda la energía destinada a ese empeño durante mi juventud. Más que la escritura en sí estaba el hecho de producir páginas y extraviarme en la prosa y el verso afanoso de engordar un currículo que respaldara esa denominación de escritor. Ahora, después de tantas páginas escritas, de invocar la palabra y ahogarme en los textos, es cuando más apocado tengo el sentimiento de ser escritor, cuando menos siento la necesidad de significarme en el mundo de las letras, agotado el furor juvenil y libre de la ambición adulta. Es, en este momento, cuando reposan las letras en el exilio de la literatura, en la frontera de la identidad perdida, en lo transliterario, donde lo que menos importa es ser función de escritor y sí vivir dentro de ella.

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